Personalidad, motivación y consumo indebido de drogas

Original

 

Personalidad, motivación y consumo indebido de drogas

Personality, Motivation and Drug Abuse

 

Laura Domínguez García1
Justo Reinaldo Fabelo Roche2

 

1 Universidad de La Habana, Facultad de Psicología. La Habana, Cuba.
2 Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, Facultad "General Calixto García". La Habana, Cuba.

 


RESUMEN

Introducción : La personalidad es el nivel superior de integración de contenidos y funciones de la subjetividad humana y tiene como misiones fundamentales la regulación y autorregulación del comportamiento en las áreas más importantes de la vida de cada individuo. El centro o núcleo de la personalidad lo constituyen las necesidades y motivos. En ellos se integran lo cognitivo y lo afectivo determinando las intenciones y comportamientos del individuo. Este trabajo tiene como objetivo fundamental valorar la relación entre personalidad, motivación y consumo indebido de drogas.
Desarrollo : Los adolescentes y jóvenes que se inician tempranamente en el consumo de sustancias adictivas o en la práctica de actividades capaces de generar adicciones tienden a presentar dificultades en la regulación inductora y ejecutora del comportamiento.
Conclusiones : El comportamiento errático de los jóvenes consumidores y adictos privilegia la sustentación económica del consumo, la selección de amistades a partir de la comunión con el uso de drogas, las relaciones de pareja superficiales y efímeras y la legitimización del facilismo, la violencia y otros males.

Palabras clave: personalidad; necesidades; motivos; drogas; subjetividad; adolescencia y juventud.

 


ABSTRACT

Introduction: Personality is the highest level of integration of contents and functions of human subjectivity and its fundamental missions are the regulation and self-regulation of behavior in the most important areas of each individual's life. Thecenter or core of the personality is the needs and motives. The cognitive and the affective are integrated in them, determining the individual's intentions and behaviors. The main objective of this work is to assess the relationship among personality, motivation and undue drug use.
Development: Adolescents and young people who are initiated early in the consumption of addictive substances or in the practice of activities capable of generating addictions tend to present difficulties in the induction and performance regulation of behavior.
Conclusions: The erratic behavior of young consumers and addicts privileges the economic sustainability of consumption, the selection of friendships based on communion with the use of drugs, superficial and ephemeral relationships and the legitimization of facilism, violence and other evils.

Keywords: Personality; needs; motives; drugs; subjectivity; adolescence and youth.


 

INTRODUCCIÓN

La personalidad como componente de la subjetividad humana ha sido abordada por diferentes concepciones y escuelas dentro de la psicología, pero no existe en la actualidad una definición única de dicha categoría, aunque sí se han desarrollado diferentes aproximaciones teóricas al respecto. A continuación se exponen los aspectos esenciales acerca de aquellas cuestiones relevantes para la caracterización de la personalidad como realidad psicológica, derivada del Enfoque Histórico Cultural de Vygotski,(1,2,3) de los trabajos realizados por González,(4,5,6) Fernández(7) y Domínguez.(8)

Para aproximarse a la definición de la categoría personalidad es necesario tener en cuenta que consiste en una realidad subjetiva cuyo contenido es objetivo al ser resultado de las interrelaciones que establece la persona en un determinado contexto socio-cultural y en una época histórica específica . Al definirla como una realidad subjetiva se destaca que no es un fenómeno palpable o medible, que no se puede tocar o atrapar para estudiarla en un tubo de ensayo o bajo un microscopio. Sin embargo, esto no significa que no se pueda caracterizar. Su estudio se lleva a cabo a través del análisis de dos importantes aspectos: el comportamiento de la persona (lo que hace, sus actos más significativos, actividades en las que se implica, forma en que las realiza y resultados que obtiene) y de las expresiones verbales y extraverbales que adopta en su comunicación con quienes le rodean (lo que la persona dice y cómo lo dice).

El centro o núcleo de la personalidad es la esfera de necesidades y motivos, alrededor de la cual se integran otros componentes como son las capacidades, el carácter y las cualidades derivadas del temperamento. Existen motivos conscientes de diferente grado de elaboración de los contenidos de la personalidad, pues cada sujeto apoyado en sus operaciones intelectuales piensa sobre lo que le es significativo y tiene sentido desde sus afectos, se traza vías para el logro de sus propósitos y evalúa su alcance. Por ejemplo, si alguien se siente motivado por ser un buen padre, meditará sobre cómo debe relacionarse con sus hijos para lograrlo, quizás también buscará información que le ayude en este empeño y analizará cada cierto tiempo si lo que se ha propuesto lo va logrando.

Existen también motivos inconscientes que se subordinan a los conscientes. La motivación humana superior se concibe como una motivación esencialmente consciente sin negar la existencia de motivos inconscientes que se convierten igualmente en estímulos del comportamiento de la persona.

Los contenidos de la personalidad se caracterizan por la unidad de los aspectos cognitivos y afectivos. Esta unidad cognitivo-afectiva garantiza que la personalidad cumpla su principal función: la de posibilitar a la persona la regulación y autorregulación de su comportamiento. Los procesos cognitivos son aquellos que permiten tener una imagen de la realidad a través de representaciones, recuerdos, conceptos, etc. Los procesos afectivos indican a través de vivencias o experiencias emocionales cómo se relaciona el individuo con la realidad, cómo ella lo afecta y en qué medida le permite o impide lograr la satisfacción de sus necesidades, deseos y aspiraciones.

Estos procesos cognitivos y afectivos aparecen fusionados en los contenidos de la personalidad, tal unidad constituye la célula funcional de la personalidad, en tanto de ella se derivan las potencialidades de la persona de regular y autorregular su comportamiento. Si se guía el comportamiento por "arranques" emocionales o por ideas formales que no tienen para el individuo un verdadero sentido personal, el comportamiento es azaroso y poco efectivo. Las principales direcciones del quehacer de las personas están guiadas por motivos conscientes, sin desconocer que también los impulsan a actuar motivos inconscientes. En los motivos, el pensamiento y los sentimientos, están en estrecha unidad.

Las motivaciones pueden ser intrínsecas o extrínsecas. En el primer caso, hay coincidencia entre el contenido de la actividad o relación de comunicación a la que se orienta y el contenido de la propia motivación. Por ejemplo, si una persona está motivada de manera intrínseca por su profesión, se está haciendo referencia a que conoce sus contenidos esenciales, pero además a que siente amor por ella y su satisfacción en esta esfera depende, esencialmente, del éxito que logre en su desempeño.

Cuando se mueve por motivaciones extrínsecas es diferente a lo antes señalado, pues el contenido de la actividad o relación de comunicación a la que se orienta no coinciden exactamente con el contenido de la motivación. En este sentido, la persona puede incluso conocer los contenidos esenciales de su profesión, pero su satisfacción con el desempeño dependerá, en mayor medida, de factores externos a este, como pueden ser el reconocimiento social, la retribución material, complacer a la familia, ser útil, etc.

No obstante, y dada la complejidad de la personalidad y de la motivación como núcleo de la personalidad, a veces coexisten ambos tipos de motivaciones hacia una determinada actividad o relación interpersonal. El individuo puede estar orientado hacia su profesión, a la vez, por motivos intrínsecos (porque le gusta su contenido y por el placer que siente con su desempeño) y motivos extrínsecos basados en razones externas, no vinculadas directamente a su contenido (ser reconocidos, obtener determinado estatus económico, etc.). Si lo que prima la orientación motivacional hacia la profesión son esas razones externas, es probable que la competencia en este campo sea menos estable y efectiva que si también tuviéra fuertes motivos intrínsecos.

Otra cuestión a destacar es que hay personas que tienden a un control de su conducta más inmediato, son menos reflexivas, se conducen con una especie de "conformismo" ante lo pautado desde fuera acatando de forma poco crítica lo que se les exige, tienen una visión "presentista" de la vida dando valor especialmente a lo que ocurre en "el aquí y el ahora" y preocupándose muy poco por el futuro, ante la idea de que "de todas formas llegará". Otras personas que tienen una personalidad más estructurada, logran un control mediato e intencional de su comportamiento, valorando de manera reflexiva, flexible y crítica las diferentes contingencias de su vida para poder cambiar el rumbo, cuando así lo amerite la situación. Estas personas se proyectan al futuro mediante planes u objetivos (por ejemplo, terminar con éxito una carrera, ser competentes en su vida profesional-laboral, formar su propia familia, cuidar de su familia de origen, encontrar la pareja ideal, velar por su salud, etc.), los cuales se vinculan estrechamente a su identidad personal (lo que piensan de sí mismos y la satisfacción que sienten con esta representación) y son personas que tiene un adecuado desarrollo de la autocrítica.

En este sentido, una categoría esencial para el estudio de la personalidad y su caracterización es la categoría vivencia, destacada por Vygotski(9) como categoría fundamental para comprender la forma en que el medio externo-social afecta el sistema de necesidades y motivos del sujeto y la actitud que adopta hacia la realidad. La vivencia, según Vygotski, es la unidad de estudio de la personalidad y el medio, pues en ella se refleja el significado que para cada persona tienen los acontecimientos que van ocurriendo y en los que se encuentra inmersa. Este significado es resultado del nivel de comprensión que logra el sujeto de lo que está ocurriendo y del sentido que le atribuye a lo ocurrido. De esta forma la personalidad constituye una subjetivación de la realidad en forma de sentidos psicológicos y opera en el plano de los sentidos psicológicos. (10)

La personalidad puede ser entendida como una configuración de sentidos psicológicos, un espacio subjetivo donde se constituyen progresivamente sentidos de modo diferenciado, los cuales adquieren mayor intensidad en la medida que se van articulando entre sí, formando reales configuraciones. La personalidad es estado y proceso porque sus contenidos más estables caracterizan el comportamiento de la persona y la distinguen de los demás, pero en todo el curso de la vida se mantiene en constante cambio.(7)

La personalidad es la que imprime un sello personal a la actuación y, en este sentido, es estable. Sin embargo, esta configuración psicológica va sufriendo determinadas transformaciones a través del tiempo, dado que está determinada, en última instancia, por las condiciones de vida y educación dentro de una época histórica y contexto socio-cultural determinado.

La personalidad se desarrolla durante toda la vida del sujeto, el comienzo de su formación se ubica alrededor de los tres años de edad, cuando surge la autoconciencia o conciencia de sí y el niño se reconoce como un ser particular y diferente de los demás. A partir de este momento comienza a desarrollarse la identidad personal, autovaloración o noción de sí mismo, la cual se transforma y enriquece en el transcurso de nuestra vida.

La personalidad es reflejo y construcción; reflejo, ya que sus contenidos tienen su fuente en lo social, pero al tratarse de un reflejo activo, es también construcción. Cada persona "construye" los contenidos de su personalidad y los emplea de manera voluntaria en la regulación y autorregulación de su comportamiento.(11) Es por ello que aunque la personalidad es resultado del proceso de interiorización de las experiencias sociales,(12) tiene un carácter mediato, producto del papel que desempeñan los "otros" en este proceso y de la postura activa de la propia persona, quien "refracta" de manera constante las influencias externas que recibe del medio social, a través de sus condiciones internas; es decir, de su subjetividad, incluida su personalidad.

Las vías esenciales para que se produzca el desarrollo y formación de la personalidad son los sistemas de actividades y comunicación en los que transcurre la vida, por lo que además de ser estas las principales vías de formación y educación de la personalidad, se convierten en caminos metodológicos fundamentales para su investigación. Lo que la persona hace (actividad) y lo que la persona dice (comunicación verbal y extraverbal) constituyen los puntos de partida para la caracterización de la personalidad, aun cuando a veces no haya total correspondencia entre lo que se piensa y lo que se dice, fenómeno que se conoce como "doble moral".

La personalidad posee un carácter singular e irrepetible, es única y su desarrollo se orienta a la conquista de la autodeterminación, entendida como capacidad de la persona para actuar con relativa independencia de las influencias externas. Es activa en tanto sus contenidos son construidos en el devenir de la historia de vida particular por cada ser humano y no una copia mecánica o especular de lo que se trasmite y exige desde lo social. Constituye el nivel superior de integración de los contenidos de la subjetividad y posee un carácter holístico. Es una totalidad, ya que sus contenidos y funciones conforman un sistema, no como resultado de una sumatoria de procesos y funciones. Los contenidos de la personalidad se organizan en diferentes subsistemas y configuraciones psicológicas de diferente grado de complejidad, a las que la personalidad no es reducible, porque existe una relación dinámica y de dependencia funcional entre dichos contenidos y el sistema psicológico denominado personalidad como totalidad.

La personalidad es el nivel superior de integración de los contenidos y funciones de la subjetividad humana. Esto significa que la personalidad forma parte de la subjetividad; y si bien los contenidos de la personalidad son parte constituyente de la subjetividad, no todos los contenidos de la subjetividad son componentes de la personalidad, sino solo aquellos de un elevado nivel de estructuración y que se caracterizan por ser expresión de la unidad de lo cognitivo y lo afectivo, de lo intelectual y lo emocional.(11)

 

DESARROLLO

Todas estas adquisiciones, al ser objeto de reflexión consciente por parte del adolescente y vivenciarse como potencialidades, lo impulsan a exigir de quienes le rodean mayor independencia y respeto para su individualidad y a mostrar conductas que inducen a valorar este periodo como una etapa crítica.

De aquí la importancia de dirigir conscientemente las influencias educativas que se ejercen sobre los adolescentes por parte de la familia, la escuela y la sociedad, en general.(13) Entre los aspectos a tener en cuenta durante la adolescencia sobresale la frecuente iniciación en el consumo de sustancias psicoactivas, muchas veces propiciada por la propia familia y reforzada en el contexto de las relaciones con sus pares. El tabaco y el alcohol constituyen las drogas más asequibles dado su carácter legal y disponibilidad social y comunitaria.

Estas sustancias sientan las bases para el uso de otras que por su carácter ilegal suelen preocupar mucho más a los adultos. Sin embargo en ambos casos el adolescente se expone a pasar rápidamente del contacto inicial al uso exploratorio o recreativo y desde el mismo a uso sistemático o de riesgo, al abuso o a la adicción propiamente dicha.

En tales casos las consecuencias son impredecibles llegando a producirse trastornos neurocognitivos, no solo durante la intoxicación o la abstinencia, sino, además, de modo permanente, lo que puede llegar a frustrar las principales aspiraciones o proyectos del adolescente, (14) ya que se afecta su capacidad para asimilar información relevante y desarrollar habilidades y capacidades.

Ante la disponibilidad de las drogas, solo la percepción de riesgo puede evitar el contacto inicial con la sustancia. Se trata de un sistema que incluye elementos informativo-valorativos, afectivo-vivenciales e intencional-conductuales que si se afianza en el adolescente deviene en regulador esencial para el control de las conductas adictivas. Sin embargo, con frecuencia el adolescente se siente invulnerable y en tales casos el consumo continúa de manera permanente, desarrollándose el llamado "síndrome amotivacional" caracterizado por la pérdida de los intereses propios de la edad y su concentración en el consumo como única alternativa social.

El uso indebido de drogas constituye un indicador disfuncional de la personalidad en formación, viéndose afectadas, tanto la regulación inductora, como la regulación ejecutora del comportamiento. Al descontrol emocional se añaden las limitaciones cognitivas y la afectación de las funciones ejecutivas que impiden pueda regularse y autorregularse la conducta de manera eficaz.

El docente, al igual que la familia, puede identificar al estudiante en riesgo o consumidor si tiene en cuenta algunas señales de alerta, entre las cuales pueden citarse la disminución abrupta del rendimiento académico, la pérdida de intereses por las motivaciones o gustos habituales, los cambios de amigos y contextos siocioculturales, la afectación significativa de sus relaciones interpersonales, tanto con el maestro, como con los padres y otros familiares, el descuido de los hábitos de higiene y estética personal, el comportamiento inadecuado en clase y la utilización de objetos extraños que pudieran estar asociados al consumo.

Para lograr el rescate de un adolescente consumidor no basta la información acerca de los riesgos del consumo. Si bien conocer sobre las consecuencias del uso indebido de drogas es importante, solo si a ello se añade una adecuada motivación por el cambio y el desarrollo de habilidades específicas para lograrlo, puede aspirarse al desarrollo de una conducta preventiva.

Cuando la afectación del adolescente haya alcanzado niveles elevados, la atención psicológica y médica es imprescindible. Sin embargo en los estadios iniciales de la enfermedad adictiva la intervención del maestro suele ser de especial utilidad. Además de brindarle información pertinente al adolescente, el docente puede facilitar sus reflexiones acerca de cuanto pudiera afectar el consumo de drogas la consecución de sus proyectos y metas.(15) Además, puede entrenarlo en habilidades de gran utilidad para enfrentar problemáticas familiares y sociales que pudieran estar afectándolo.

Otra forma de ayudar al adolescente es potenciar su desarrollo de factores protectores, como por ejemplo un estilo de vida adecuado,(15) en el que se incluyan actividades dirigidas al desarrollo de su espiritualidad. El acercamiento al arte y la cultura, al deporte y a la práctica de ejercicios físicos, a la alimentación saludable y al establecimiento de un ciclo de sueño y actividad adecuado, contribuye de manera eficaz a evitar el desarrollo y afianzamiento de intereses relativos al consumo de drogas. Enseñarlos a afrontar la adversidad a partir de sus propios recursos, a desarrollar patrones de comportamiento saludables y a identificar sus valores y creencias, son alternativas de atención válidas. Si bien ello constituye un reto tanto para los profesionales de la salud como para los maestros y orientadores, se debe tener presente que el éxito de las acciones preventivas radica precisamente en estimular afrontamientos constructivos.

La juventud se caracteriza por ser una etapa de afianzamiento de las principales adquisiciones logradas en periodos anteriores y, en especial, en el transcurso de la adolescencia. Estos avances en el desarrollo de la personalidad se producen en consonancia con la tarea principal que debe enfrentar el joven: la de autodeterminarse en las diferentes esferas de su vida, dentro de sus sistemas de actividad y comunicación.

La elección de la futura profesión o el desempeño de una determinada actividad laboral ocupa un lugar elevado en la jerarquía motivacional de los jóvenes y permiten establecer distinciones entre sus variados sectores, como son los estudiantes universitarios, los de nivel de técnico medio, trabajadores estatales o por cuenta propia, campesinos, etc. Entre estos sectores existen diferencias de carácter sociológico y económico que se reflejan de múltiples formas en la subjetividad de los jóvenes, por lo que en comparación con etapas anteriores del desarrollo humano, en este periodo se torna más difícil el establecimiento de regularidades y tendencias generales del desarrollo psicológico.

En la juventud, la actividad de estudio o actividad formal adquiere un carácter científico-profesional, sobre todo en el caso de aquellos jóvenes que continúan la educación superior. En diferentes momentos de esta etapa, los jóvenes se van integrando al desempeño de una determinada actividad laboral y el éxito en la misma dependerá, en importante grado, de su preparación profesional y motivación por las tareas a realizar.

En relación con la actividad informal o no institucionalizada, se observa en ocasiones gran dispersión de intereses, lo que les genera dificultades en la organización y distribución de su tiempo. Otra característica en esta esfera, propia de la juventud, es que su vida cultural y recreativa se encuentra orientada, en mayor medida, hacia espacios externos al centro de estudios o laboral.(16)

Partiendo del análisis del sistema de comunicación, en la juventud las relaciones con los adultos se basan en la valoración crítica de sus cualidades psicológicas y morales, con un mayor nivel de argumentación que en la adolescencia y mayor flexibilidad. La aceptación de los maestros depende de sus cualidades personales y estilo de comunicación, privilegiándose aquel basado en el diálogo y el respeto mutuo y, también, atendiendo a su competencia profesional.(13) De igual forma, las relaciones con los padres se basan en el respeto mutuo, lo que favorece el intercambio comunicativo sobre nuevas bases.

El desarrollo de la capacidad de autodeterminación en la juventud y la necesidad de independencia mejor estructurada y fundamentada que en la adolescencia, permiten al joven mostrarse como un ser relativamente independiente de las opiniones de su grupo de coetáneos o iguales, siendo capaz de enfrentarse abiertamente a determinados criterios de estos, si considera inadecuadas ciertas posiciones, normas o exigencias grupales.

En esta etapa se produce una búsqueda intensa de la amistad, concebida como una relación afectiva, altamente individualizada, estable y profunda. Las relaciones de amistad entre los jóvenes se rigen por importantes valores morales, como son la honestidad y la lealtad, y presentan un carácter selectivo, diferenciándose los compañeros de los amigos, por lo que tiende a disminuir el número de estos últimos.(17)

En cuanto a las relaciones de pareja, la búsqueda de una mayor estabilidad constituye una tendencia en esta etapa, aunque el logro de dicha estabilidad y la forma en que cada miembro de la pareja enfoque y proyecte la relación, dependerá, en gran medida, de la educación recibida respecto a esta esfera, principalmente en la familia. También aparecen el proyecto de creación de la familia propia, la preparación para el matrimonio y la llegada del primer hijo, como regularidades de la edad.

En este periodo se consolidan el pensamiento conceptual teórico -adquiere un carácter emocional personal- y los intereses profesionales, que pueden convertirse en intenciones. Las intenciones profesionales surgen como formación motivacional compleja y expresión de una tendencia orientadora de la personalidad hacia esta esfera, a partir del momento en que el sujeto es capaz de elaborar los contenidos de esta motivación en las perspectivas de su vida presente y futura y con un elevado compromiso de la autovaloración.

En la juventud la autovaloración resulta más flexible y estructurada que en la adolescencia, lo que indica que esta formación ha ganado en estabilidad y objetividad y sirve de apoyo a la elaboración del sentido de la vida o proyecto de vida. El joven confiere mayor importancia a aquellas cualidades vinculadas con el dominio de sí mismo y su proyección futura.

Por otra parte, se produce una búsqueda consciente del ideal, el cual se asume teniendo como base una valoración moral y crítica de sus características. Los ideales, al igual que la autovaloración, se convierten en patrón de evaluación del comportamiento del joven, propio y ajeno. La regulación moral en la juventud resulta más estable, en comparación con la alcanzada en la etapa de la adolescencia y esto se debe, en buena medida, al surgimiento de la concepción del mundo. Esta formación permite al joven estructurar su proyecto de vida a través de planes, objetivos, metas y de las estrategias correspondientes para su consecución.

La concepción del mundo es la representación generalizada y sistematizada de la realidad en su conjunto, de las leyes que rigen su devenir y de las exigencias que plantea el medio social a la actuación del joven; es también la representación del lugar que ocupa el hombre en este contexto y, por ende, la propia personalidad. La concepción del mundo sirve de sostén a la elaboración del sentido de la vida, en tanto sentido de la propia existencia y camino o estrategia a seguir, para encontrar el lugar al que se aspira dentro del cuadro del mundo. El problema del sentido de la vida, aunque constituye una reflexión sobre sí mismo, solo se realiza y expresa en la propia actividad del sujeto y en su sistema de interrelaciones con quienes le rodean, no estableciéndose de manera invariable, por cuanto se va reestructurando y construyendo durante toda la vida.

El surgimiento de la concepción del mundo y la elaboración del sentido de la vida transforman la esfera afectivo-motivacional en la etapa de la juventud, momento en que adquieren carácter de formaciones psicológicas complejas de la personalidad y sirven de apoyo, como elemento distintivo de la regulación del comportamiento al proceso de autodeterminación del comportamiento.

Si bien las características de la juventud como etapa del desarrollo psicológico pueden constituir un referente para el docente preuniversitario, es válido señalar que dicha etapa del ciclo vital humano no se consolida hasta edades posteriores. En el nivel medio de formación, e incluso en los primeros años de los estudios superiores, es frecuente que continúen manifestándose algunas de las características propias de la adolescencia. En la actualidad la preparación para un trabajo o profesión demanda más tiempo y ello hace que la autodeterminación e independencia propias de la juventud, al menos en el plano económico, llegue más tarde.

Más que valorar la extensión de la adolescencia hasta edades posteriores, es importante identificar la coexistencia de características propias de la adolescencia, las cuales, si bien tienden a ir transformándose, constituyen elementos de gran valor para diagnosticar el riesgo adictivo. Se debe reconocer que en Cuba está prohibida la venta y, por tanto, el consumo de drogas legales antes de los 18 años de edad, no obstante esa regulación suele ser violada con frecuencia, ya que los mecanismos para el control de su cumplimiento son limitados e ineficaces.

Las encuestas nacionales y otros estudios desarrollados en contextos académicos han revelado que la edad promedio de iniciación en el consumo tanto de drogas legales como ilegales es inferior a los 18 años de edad. Ello impone reconocer que muchas veces se llega a la juventud con una experiencia de consumo previa y que en esa etapa, al tener el joven mayor independencia y autodeterminación, es más complejo incidir sobre dicho fenómeno.(18)

En estos casos, la concepción del mundo como formación motivacional de la personalidad puede estar permeada por una actitud favorable al consumo de determinadas sustancias psicoactivas. Es conocido que algunos de nuestros jóvenes defienden de manera vehemente su derecho a consumir sustancias consideradas legales en otros contextos, alegando que el consumo de tabaco suele ser más dañino y sin embargo es legal. En esos casos, a los profesionales de la salud y de la educación les toca recordarles que sería comprensible que ellos propongan la "penalización" del consumo de tabaco, pero la legalización de otras sustancias no solo no es competencia nuestra, sino que, al implicar afectaciones a la salud, no se considera prudente.

En general, los jóvenes que se iniciaron tempranamente en el consumo de determinadas sustancias adictivas o en la práctica de determinadas actividades capaces de generar adicciones pueden haber desarrollado niveles de dependencia suficientes como para diagnosticarse la enfermedad adictiva. (19) Es importante identificarlos, más que todo, para ayudarlos a vencer dicha problemática y brindarles el tiempo necesario para su tratamiento, rehabilitación y reinserción sociofamiliar.

El trabajo preventivo con los jóvenes también impone la necesidad de ofrecer un nivel de información elevado acerca de las consecuencias del uso indebido de drogas.(20) Tanto el desarrollo del pensamiento conceptual teórico, como el hecho de disponer de una concepción holística del mundo, facilitan ahondar en esta temática. El joven tiene mayor control sobre sus emociones y necesariamente ha tenido más tiempo para desarrollar habilidades conductuales importantes.

 

CONSLUSIONES

El uso indebido de drogas puede llegar a mutilar las principales conquistas de adolescentes y jóvenes. Por ejemplo, la elección de la futura profesión o el desempeño de una determinada actividad laboral atractiva pueden quedar relegadas de las principales motivaciones, al privilegiar la necesidad de sustentar económicamente su consumo y, para ello, buscar alternativas rápidas e, incluso, ilegales. Las amistades pudieran seleccionarse a partir de la comunión con el uso de drogas y las relaciones de parejas pudieran retornar a ser superficiales y efímeras.

Uno de los elementos más característicos de la juventud es el desarrollo de intenciones, entre las cuales ocupan un lugar destacado aquellas que se relacionan con la profesión. Se basan en una tendencia orientadora de la personalidad hacia determinada esfera del quehacer humano. Ello también puede estar afectado por las adicciones, legitimando el facilismo, la violencia y otros males. A toda la sociedad le corresponde velar porque los jóvenes puedan dirigir eficazmente su comportamiento, elaborar el sentido de sus vidas y realizar sus intenciones tornado en realidad sueños y proyectos. Solo así se habrá vencido el flagelo de las drogas.

 

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Conflicto de intereses

Los autores declaran que no tienen conflicto de intereses.

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